La mano derecha siempre había soñado con estar a la izquierda.
Estar a la izquierda, a la izquierda...ser más libre, no estar sometida al ordeno y mando constante, ser creativa, elocuente, poder fallar y no saber hacer cosas, que no se esperase mucho de ella. Resultados, eso a la izquierda le suena a chino.
Estar a la izquierda supondría disfrutar de los placeres de la vida, servir de acompañante contemplativa, de observadora pero también de comunicadora de emociones.
Estar a la izquierda acariciando el pelo mientras la derecha escribe.
Estar a la izquierda con la copa de vino mientras la derecha cocina.
Estar a la izquierda escuchando la voz de la persona que más quieres por teléfono mientras la derecha termina la tarea.
Estar a la izquierda.
Pero dos manos no se pueden cambiar de lado así por así, igual que no se pueden cambiar los zapatos, son distintas, aunque alguna vez una derecha le haya estrechado la mano a otra derecha un tanto diferente, incluso se escuchan historias donde los papeles de las manos se cambian y es la izquierda la que tiene todo el peso de las cosas bien hechas y a tiempo.
Pero eso es otra historia más, otra persona tal vez.